Por Chris Daws
Espacio profundo nueve nunca evitó abordar temas oscuros de la sociedad contemporánea del, especialmente los que rodean a la guerra. Con armas nucleares llenado titulares semanales cargados de destrucción, tensas relaciones internacionales, hay una lección que aprender de este episodio.
Desde su comienzo, hace 25 años, la oscura interpretación del futuro que hizo “Espacio Profundo Nueve”, desafió a los valores de “Star Trek”. Aparentemente fue el optimismo de la visión original de Gene Roddenberry, aquello que se vió substituido por un implacable ataque de lo militares, lo político, y también la confrontación teológica a la que la tripulación parecía estar continuamente enfrentándose y estando en el lugar equivocado en el momento equivocado y como nunca, más que en el segundo episodio de la temporada «El Juego del Armageddon».
La tarea de neutralizar las existencias de “Cosechadores»,» disruptores mortal biomecánico geneticos utilizados por ambos lados en la guerra devastadora entre los T’Lani y los Kellerun recae en el Doctor Julian Bashir y jefe Miles O’Brien quienes se convierten en víctimas de un plan que los declara oficialmente muertos junto con el equipo de eliminación de armas T’Lani, cuando O’Brien activa accidentalmente un protocolo de seguridad. La artimaña es finalmente descubierta, gracias la insistencia de Keiko O’Brien quien sabe que su marido nunca bebe café por las tardes. »
«El Juego del Armagedón» es otro ejemplo de la capacidad de “Star Trek” de preguntas difíciles, en este caso, ¿cómo asegurase de destruir armas que no deberían haber sido creados en primer lugar?
Este es un dilema al que se enfrentan los científicos, en la actualidad, los ingenieros en nuestro mundo con las armas de destrucción masiva (ADM). Mientras que llevó 10 años a los cosechadores perfeccionarse durante el conflicto, sólo les llevó a O’Brien y Bashir una semana combinando frecuencias diferentes para neutralizar las armas biogenéticas, y finalmente llegar a una solución tras trescientos setenta y cinco intentos.
Si tan sólo fuera tan fácil para muchas organizaciones desmontar las 15.000 armas nucleares que hay en nuestro planeta (es cierto que se dijo que había 70.000 durante la Guerra Fría). El dúo de la flota estelar tenía todo lo que necesitaban en un laboratorio bien equipado de eliminación utilizado por los T’Lani. La National Nuclear Security Administración (NNSA) necesita una fábrica entera para desmantelar una cabeza nuclear, además de varias instalaciones auxiliares para hacer frente a los componentes letales. Como era de esperar, la clausura el final del negocio de un misil balístico intercontinental es mucho más complicado que dejar caer un cilindro de un “cosechador” en un generador de frecuencia de muon, girar un dial de rojo a verde.
El trabajo de la NNSA en la planta de Pantex en Texas conlleva la separación de cabezas nucleares en uranio, plutonio, gas de tritio y el generador de neutrones – así como los metales irradiados que componen su exterior. Desde aquí, aquellos componentes que no pueden ser incineradas con seguridad se envían a diferentes especialista en instalaciones en todo el país. El plutonio es prácticamente imposible disponer de el con seguridad, así que generalmente termina por ser almacenado en lugares muy seguros, como Savannah River en Carolina del Sur. Además, la posibilidad de contaminación radiactiva es lo que lleva a grupos como la Union of Concerned Scientists a desarrollar nuevas técnicas que podrían minimizar la posibilidad de un desastre, con los avances tecnológicos que constantemente se están realizando. Un equipo de trabajo de la Universidad de Manchester del Reino Unido y del laboratorio Nuclear Nacional presentó recientemente su investigación sobre sus hallazgos en material radiactivo contaminante almacenado, y la localización específica de isótopos radiactivos en muestras tomadas de una central nuclear anterior que darán lugar a mejores formas de disponer de materiales irradiados en el Reino Unido y otrós, pero todavía se alejan mucho de cómo hacer que los materiales más peligrosos se vuelvan inocuos.
Guerra biológica
Mientras que las armas nucleares han estado por ahí desde 1945, las armas químicas y biológicas se remontan a la prehistoria y son una táctica habitual del asedio medieval lanzando con catapultas los cuerpos de las víctimas de la peste por encima de las murallas. Las Primera Guerra Mundial, sin embargo, es reconocida como el comienzo de la producción industrial basada en las armas bioquímicas basadas en la ciencia.
Cuando jefe O’Brien se expone a una sola gota del líquido de un cosechador en su piel, desarrolla una fiebre en el plazo de horas y luchando por su vida antes de morir en menos de veinticuatro horas. Con la totalidad de la población de T’Lani III diezmada por las armas. El Doctor Bashir puede solamente tratar de aliviar el sufrimiento del jefe mientras se esconden de sus aspirantes a asesinos en el planeta desierto, su muerte «accidental» en el laboratorio hace sospechar a Sisko. Los efectos físicos sobre el jefe son perturbadoramente similares a los arsenal basado en armas bacteriologías de la actualidad. que incluye tales horrores como ántrax, brucelosis, botulismo. También están los daños a edificios e infraestructuras. Incluso las raciones encontradas por Bashir en el bunker son seguras comer, una vez O’Brien ha comprobado que no hay trampas explosivas, las escalofriantes similitudes con el mundo real no deberían ser sorprendentes; el escritor de «El Juego del Armagedón», Morgan Gendel, es un guionista que sabe aportar emoción y realismo incluso en las situaciones más fantásticas. Después de todo, él recibió un Premio Hugo para el episodio de “La Nueva Generación «La Luz Interior».
Claramente marcados en sus tubos cilíndricos, los Cosechadores eran relativamente fáciles de recoger y almacenar para su destrucción. Esto está en contraste con los agentes biológicos contemporáneos, que son difíciles de detectar y problemáticos de destruir. Formada en 1997, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) impone la «Convención sobre Armas Químicas” prohibir el desarrollo, la producción y el uso de armas químicas en todo el mundo.
También supervisa la destrucción de las existencias existentes, generalmente empleando uno de tres enfoques; incineración, explosivo y neutralización. Todos tienen sus desventajas: mientras que la incineración es la mejor opción para el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, algunas municiones no son aptas para quemarse a temperaturas muy altas, y las que tienen un componente explosivo deben separarse y destruirse en un horno con un fuerte blindaje. El enfoque de neutralización de la «química húmeda» implica el peligroso drenaje de la sustancia química antes de agregar un reactivo neutralizante. Incluso entonces, se necesitan una serie de hornos para destruir los desechos residuales. Los sistemas de destrucción explosiva funcionan bien para las armas más antiguas, pero no son aptas para municiones más modernas.
Neutralizar la amenaza
Ha habido avances en lo referente a agentes nerviosos antes de un ataque real. En los últimos años, un equipo de la Universidad de Tennessee han desarrollado «biodestructores», enzimas creadas con la capacidad de de neutralizar los efectos de agentes como el sarín, mediante una inyección o el aerosol, por desgracia, la enzima de base es de un calamar y ataca al cuerpo humano ataca tan pronto como se introduce. Otros equipos de investigación están trabajando en la producción de un “biodestructor” que funcione con la víctima para contrarrestar rápidamente la exposición al ataque biológico. Está claro que la medicina de la Flota Estelar poseía eficaces contramedidas para los cosechadores, ya que el Jefe O’Brien se recuperó por completo en la seguridad de la enfermería de Espacio Profundo Nueve, pero el tratamiento individual nunca puede ser tan eficaz como la destrucción de las armas antes de que se pueden utilizar.
Debido a los tremendos riesgos involucrados, no es sorprendente que los avances en robótica y mecanización estén contribuyendo a minimizar el peligro para el personal que retira las Armas de Destrucción Masiva. Inaugurada en 2016, la vanguardista Planta de Destrucción de Agentes Químicos Pueblo de Bechtel, en el sudeste de Colorado, encabeza el uso de sistemas operados a distancia en su enorme campo de «iglús» a prueba de explosiones, que albergan 730,000 proyectiles de gas mostaza viscoso estadounidenses no utilizados de la Segunda Guerra Mundial,
En un edificio separado, detrás de una pared de 24 pulgadas de espesor, los operarios controlan los brazos del robot y supervisan las carretillas elevadoras automáticas y las cintas transportadoras a través de una red de video de fibra óptica, desmantelando las cajas de municiones a medida que atraviesan una serie de áreas selladas. Si los materiales explosivos se han eliminado, la contención del azufre líquido se «revienta» y el material tóxico se escurre para la neutralización de los productos químicos. Los trabajadores fuertemente protegidos son ocasionalmente llamados a la zona de operaciónwa y, gracias a la velocidad con la que pueden trabajar los brazos robóticios de seis ejes, pueden desmontar alrededor de 50 proyectiles por hora. Si bien esto es rápido en comparación con otros métodos de eliminación, no será hasta 2020 antes de que el
arsenal haya sido destruido.
Debido a estos problemas, «El Juego del Amagedón» resuena con más fuerza aún hoy en día que cuando se emitió por primera vez hace 24 años. El episodio inequívocamente hace lo que hace mejor Star Trek — abordar temas difíciles, mientras que los Cosechadores representan la amenaza planteada por armas de destrucción masiva más allá de, presente y posible futuro, tal vez el aspecto más preocupante del episodio es el comportamiento de los embajadores T’Lani y Kellerun. Su intento de erradicar todo vestigio de tecnología, datos y personal relacionado con los Cosechadores es impactante, pero tiene una lógica innegable. Si cualquier conocimiento de esas armas terribles todavía existe, así también lo existe la amenaza de ser creadas de nuevo. Lamentablemente, si en realidad o ficción, la solución definitiva para hacer esas armas terribles segura es simple: no crearlas en primer lugar.
Star Trek Magazine nº 64
Traducción Miguel SJ